La maternidad me está transformando. Aún no he dado a luz pero ya me siento madre. Siento como poco a poco la Frida de antes va desapareciendo, siento que me pierdo y no lo voy a negar, me produce pánico.
La Frida de toda una vida está dejando de existir para dar paso a una Frida nueva. Me siento como el gusano que se transforma en mariposa o como una serpiente que está cambiando de piel. Es un proceso involuntario y no lo puedo frenar. Claro que quería ser madre, yo he elegido esto, pero nunca me habría imaginado que me sentiría tan perdida yo conmigo misma, antes incluso de nacer el niño.
Es difícil explicar en qué consiste ese proceso, sólo sé que lo siento en todos los poros de mi cuerpo. Antes quería salir, tenía muchísima actividad, en el trabajo y fuera de él, y toda esa actividad me llenaba, me hacía sentir viva. Ahora quiero casi que me olvide el mundo, sólo quiero estar en mi casa o con mi familia y amigos más cercanos, huyo del jaleo y la gente, necesito intimidad, estar conmigo, muy en contacto con mi cuerpo y el ser que llevo dentro.
Antes necesitaba desafíos, retos, aprender cosas nuevas. Ahora necesito seguridad, harmonía, paz, amor. Antes quería viajar por ahí, ver mundo. Ahora sólo quiero estar en mi casa, mi barrio, mi tierra, territorios conocidos. Antes dedicaba mucho tiempo al crecimiento personal, a la psicología, a comprender al ser humano. Ahora sólo quiero mirarme el ombligo, tratar de comprender y conectar con ese niño que está creciendo dentro de mí, estar con mi pareja, disfrutar de mi familia. Antes mi mesilla de noche acumulaba libros de crecimiento personal, de psicología, novelas… ahora son todos de maternidad y crianza.
Estos son algunos ejemplos de cambios que estoy viviendo, un proceso de transformación que me ha pillado por sorpresa y no sin cierto miedo y vértigo. ¿¡Qué me está pasando!? ¿¡Dónde quedará la Frida que era!? ¿!Estoy preparada para esto!? Signos de interrogación y exclamación que se entrelazan porque todo esto es a la vez sorpresa, incógnita y alarma.
En todo este torbellino de emociones busco algo a lo que agarrarme. Recurro a mi cabeza para tranquilizarme, intento comprenderlo y tomar cierta distancia de lo que está pasando. Repaso los ejemplos que he escrito y empiezo a ver un patrón. No es que me esté perdiendo, lo que pasa es que me estoy preparando para ser madre.
Todo mi ser se está preparando para acoger un bebé y dedicarle toda mi atención, entregarme a él en cuerpo y alma, responder a todas sus necesidades y asegurarle un entorno seguro y armónico donde crecer y desarrollarse. Visto así me tranquilizo un poco. Pienso que la naturaleza es sabia y que esta transformación, aunque yo no la haya buscado, tiene un sentido y es para bien. Intento confiar y soltar, entregarme al cambio, relajarme… Me digo a mi misma: «No me estoy perdiendo, sólo estoy cambiando. Está bien, es como debe ser.»
***
Si te interesa descubrir más sobre cómo afecta la maternidad a la identidad de la mujer, te recomiendo dos lecturas: el capítulo “El cerebro de mamá” del libro El cerebro femenino de la neuropsiquiatra norteamericana Louann Brizendine y el libro Mujeres visibles, madres invisibles de la psicoterapeuta argentina Laura Gutman.
***
Autor fotografía: Leon Dafonte , utilizada bajo licencia Creative Commons.