Estoy embarazada de 7 meses y es una de las experiencias más intensas y emocionantes que he tenido en la vida. No sólo porque hacía mucho tiempo que lo deseaba y me siento plena y feliz, sino porque está abriendo nuevos caminos de aprendizaje y autoconocimiento.
El embarazo me ha removido de arriba abajo y mis “asuntos” poco trabajados o más esenciales han vuelto a salir. Mi relación con el miedo, la evitación del conflicto y la necesidad de control son solo algunos de los asuntos que están saliendo a escena estos días. Por fin estoy entendiendo lo que quiere decir Laura Gutman con su libro La maternidad y el encuentro con la propia sombra. El embarazo no sólo es un momento de ilusión y expectativas, es también una oportunidad de autoconocimiento y crecimiento personal, siempre y cuando nos atrevamos a mirar de frente lo que nos está pasando.
Desde que estoy embarazada siento que estoy “abierta en canal” y me resulta difícil negar aquellas emociones con las que peor me llevo. Un ejemplo son los miedos y mi reacción ante el miedo. Me sale sobretodo en relación al coche y al tráfico (el miedo a tener un accidente o a que a mi pareja le pase algo). De repente cualquier pequeño incidente se convierte para mí en una amenaza terrible y me echo a llorar como una niña pequeña. Ese miedo hace años que está ahí, pero como la adulta que soy, he aprendido a reprimirlo para que no interfiera en mi vida cada día. Sin embargo ahora, tal como estoy, ya no lo puedo reprimir, me sale a cada momento, me echo a llorar y a temblar como una niña. Aunque normalmente me crea superwoman, el embarazo me está enseñando que en realidad soy muy frágil y ni más ni menos fuerte que cualquier otro ser humano. Haga lo que haga, no me puedo seguir engañando. Eso está ahí y lo único que puedo hacer es mirarlo de cara, darle espacio y reconocerlo.
Otro de mis “temas” es la dificultad para hacer mi propio camino aunque a veces suponga tener que “enfrentarme” a la opinión de los demás. Después de tantos años de terapia Gestalt, de trabajo de autoconocimiento, de ver la importancia que tiene nuestra gestación y primera infancia para el resto de nuestra vida, no creo que sea de extrañar me plantee temas como el parto natural, el colecho, la lactancia, la escolarización… Y naturalmente cuando planteo estos temas ante otras personas, especialmente si ya son padres, me encuentro con opiniones de todo tipo y muchas veces tengo que defender mis planteamientos y justificar mis elecciones. El más “polémico” hasta ahora es el del parto natural, en el que me he encontrado con una cantidad sorprendente de personas (ginecólogo, comadronas, amigos, familiares, conocidos) que todos me (o se) preguntan por qué querré sufrir de esa manera si puedo evitarlo y muchas veces la conversación acaba con un “ya te lo encontrarás”, a veces verbalizado, otras veces sólo pensado.
El tema no es qué les pasa a ellos con este tema, si al final la que lo va a pasar soy yo. No, el tema es: ¿qué me pasa a mí para que me moleste tanto el tener que justificarme? Pues no deja de ser uno de los temas de siempre… el miedo al conflicto. He pasado gran parte de mi vida siendo conciliadora y muchas veces sin darme cuenta he enterrado mis propias creencias y valores y me he fusionado con la de otros tan solo para, inconscientemente, evitar el enfrentamiento. En mi visión del mundo no hay nada peor que el enfrentamiento ya que en algún momento de mi vida aprendí (aunque no fuera cierto) que si entraba en confrontación corría el riesgo de que ya no me quisiesen. Una vez más el embarazo me está poniendo de frente uno de mis temas y esta vez no tengo escapatoria. Si realmente quiero lo que creo que es mejor para mi hijo tendré que irme acostumbrando a hacer valer mis opiniones, a creer en mí y a confiar en que las personas que me rodean lo van a entender y que no por hacer las cosas de forma diferente voy a perder su amor.
Ligado a esto va también mi tema “estrella” por el momento: la necesidad del control. Tengo al menos 20 libros sobre tema embarazo y crianza y he leído centenares de artículos en páginas web especializadas, blogs de madres, etc. He leído sobre todo tipo de temas, desde la lactancia y el sueño del bebé hasta un estudio de la OCU sobre cuáles son los mejores pañales y un libro sobre la angustia de separación madre-hijo y formas de solventarlo sin traumas. La gente dice que me tranquilice, pero el leer y saber es lo que a mí me tranquiliza. Si, es cierto, es una forma más de manifestación de mi necesidad de tener las cosas “bajo control” para así minimizar los riesgos de que no salgan bien. Mucho me temo que en este sentido mi futuro hijo me va a dar la gran lección final y me voy a tener que rendir ante la evidencia: por mucho que lea y haga mis previsiones, cuando mi hijo nazca y a medida que crezca, cada vez habrá más cosas fuera de mi control. Sólo me quedarán dos opciones: o aprendo a soltar o me preparo para mucha angustia…
Hasta aquí la primera parte de todo lo me está enseñando la maternidad acerca de mi misma. Y eso que esto sólo acaba de empezar. 🙂
Autor fotografía: Trevor Bair, utilizada bajo licencia Creative Commons.